Puerta Nº 15

Ni rastro de Humanidad

Marcos abrió los ojos en mitad de la noche. No estaba en su cama.

Miró a ambos lados, tampoco se encontraba en su habitación. Quiso incorporarse, pero algo se lo impedía. Fue en ese momento cuando fue consciente de que tenía las manos ligadas a la espalda.

Intentó llamar a su mujer, pero algo taponaba su garganta; áspero, seco, asegurado a sus mejillas con una cinta adhesiva que ardía sobre su piel.

Entró en pánico y se agitó como un loco. Chocó con algo… Ella gimió detrás. Al girarse se encontró con los ojos aterrados de su esposa que, igual que él, estaba atada y amordazada.

Apoyándose uno contra el otro, lograron ponerse de rodillas. Al hacerlo se encontraron con tres sombras que les observaban desde el sofá.

—Buenas noches —dijo uno de los intrusos con voz grave—. Se preguntarán por qué estamos en su casa.

Los cautivos asintieron con temor.

Ni Rastro de Humanidad
reyes magos asesinos

El tipo se inclinó hacia delante apoyando los codos en sus rodillas. La tenue luz que provenía de las farolas de la calle iluminó en parte su rostro, cubierto por una espesa barba gris clara.

—No solemos hacer esto, pero de vez en cuando nos gusta entrar en contacto directo con algunas personas.

—Sobre todo si se han portado mal —añadió el que estaba sentado en el centro.

El de la barba suspiró mientras asentía.

—Ustedes dos han tenido un año… Dejémoslo en «movidito».

Al decir eso se levantó, seguido por los otros dos, y se alisó la túnica que le cubría.

—No vamos a alargar esto más de lo necesario —escupió mientras el del otro extremo, alto y de piel oscura, sacaba un enorme y afilado alfanje de su vaina —. ¿Quién quiere ser el primero en recibir su regalo?

COMPARTE
Scroll hacia arriba