Hoy voy a hablar de una novela que me merendé en dos tardes: El día que se perdió la cordura, de Javier Castillo.
A la hora de escoger el maridaje, el autor me lo ha puesto fácil, y he escogido un vino francés exquisito: el Château Bellegrave, de la AOC de Pauillac.
Esta novela es la primera que salió al mercado del autor. Yo lo he descubierto algo tarde, tiene otras cuatro, pero mira, ya lo he añadido como autor de cabecera entre mis prefes. Nunca es tarde si la novela es buena… Era así, ¿no?
Si habéis leído la historia, entenderéis por qué he optado por un vino francés para acompañarla, si no lo habéis hecho aún, ya estáis tardando.
EL LIBRO
Centro de Boston, 24 de diciembre, un hombre camina desnudo con la cabeza decapitada de una joven. El doctor Jenkins, director del centro psiquiátrico de la ciudad, y Stella Hyden, agente de perfiles del FBI, se adentrarán en una investigación que pondrá en juego sus vidas, su concepción de la cordura y que los llevará hasta unos sucesos fortuitos ocurridos en el misterioso pueblo de Salt Lake diecisiete años atrás.
Con un estilo ágil lleno de referencias literarias -García Márquez, Auster, Orwell o Stephen King- e imágenes impactantes, Javier Castillo construye un thriller romántico narrado a tres tiempos que explora los límites del ser humano y rompe los esquemas del género de suspense.
Este thriller tiene un ritmo trepidante, casi frenético, de los que provocan que te la acabes en un suspiro si te gustan los misterios en los que el autor te anda toreando. El argumento es muy original y las perspectivas desde las que lo narra, provocan que te preguntes todo el tiempo «pero, ¿qué coñ..?»
La verdad, confieso que hacía mucho que un libro no me enganchaba tanto. Si los siguientes del autor son similares en cuanto a ritmo y estilo, me tiene ganada… Ya veremos cuando me los lea.
Los que se hayan leído la novela, se preguntarán por qué no he maridado el libro con un Château Latour… Muy sencillo, porque ni yo me lo puedo permitir, ni podrán la mayoría de los que leen mi blog o me siguen en redes sociales. Aquí, de lo que se trata, es de replicar los maridajes y vivir la experiencia, no tirar de postureo diciendo que he catado un vino que probablemente no probaré nunca.
Para acompañar esta apasionante novela, me he decidido por un vino de la misma denominación de origen (AOC) que el mencionado en el libro: el Château Bellegrave.
La denominación Pauillac es bastante exclusiva, y sólo se puede aplicar a los vinos que reúnen determinadas condiciones. Gracias a estas peculiaridades, se obtienen en la zona algunos de los caldos de mayor calidad y renombre, como el ya mencionado Château Latour, el Château Lafite Rothschild o el Château Muton Rothschild, que están entre los vinos más exclusivos y premiados del mundo.
Pero esta denominación, también nos trae excelentes e increíbles vinos con una relación calidad/precio más razonable que los anteriores. Y no porque sea apto para más bolsillos, significa que es una elección peor. Estamos hablando de un vino de altísima calidad y reputación. Además, he de confesar que a mí me faltó exprimir la botella de lo rico que está.
El Château Bellegrave, es un vino elegante que posee un color rojo granate muy profundo, con pequeños toques color púrpura hacia el exterior. Un gran vino con cuerpo y nariz robustos. Se perciben aromas dulces, con presencia de vainilla, cacao y frambuesa. En boca tiene un sabor jugoso y se perciben notas características de cassis y cedro. En el paladar es seco, con taninos sólidos pero no demasiado fuertes. Un vino muy bien equilibrado.
¡Y hasta aquí el maridaje literario de hoy!
¡LEED Y BEBED, MALDITOS! SIN LIBROS Y AROMAS, LA VIDA SERÍA UNA SUCESIÓN DE OSCURAS CAVERNAS SIN FINAL.