Aprovechando varios acontecimientos recientes, como el traslado de las momias al nuevo y espectacular museo de El Cairo, o la publicación del descubrimiento de la ciudad perdida de Luxor, el maridaje de esta semana está dedicado a una de mis pasiones: Egipto.
He elegido El papiro de Saqqara, de Pauline Gedge, tanto porque es uno de mis libros favoritos, como porque no se trata de una novela histórica al uso, sino un thriller que tiene incluso tintes sobrenaturales. Eso sí, tal y como exhibe la autora en sus novelas más rigurosas, como El Faraón o La Dama del Nilo, esta historia está cargada de datos históricos y una exquisita ambientación que logra meter al lector en las aguas del Nilo hasta las pantorrillas.
Para acompañar esta magnífica narración, no puedo más que recomendar una cerveza egipcia. Y lo hago; dejando aparte lo obvio, por un doble motivo: por un lado, me recuerda a mis viajes a la tierra de los faraones (sí, reconozco que a veces me puse tibia con esta suave cerveza, cuando una está de viaje se desmelena). Por otro, por el hecho de que los egipcios tienen una tradición milenaria en la elaboración de la cerveza y ya en la época de los protagonistas de la novela, era una bebida habitual y predilecta por nobles y plebeyos.
EL LIBRO
Khaemuast, cuarto hijo de Ramsés II y virtual gobernante del vasto imperio egipcio, es un hombre sabio y austero. El control de la administración y la vida cortesana son arduas obligaciones a las que se ve arrastrado por la incompetencia de su padre, más interesado en la pompa y el boato que en el difícil ejercicio del poder.
La verdadera pasión del príncipe es la historia, la magia y la medicina, y su mayor ambición es hallar el mítico pergamino de Thot, «la fuente de la vida» según una antigua leyenda. Cuando su sueño se hace por fin realidad en una lóbrega tumba en la llanura de Saqqara, Khaemuast sucumbe a su propia arrogancia y hace caso omiso de las normas de prudencia más elementales. El castigo, inmediato y fulminante, adopta la forma de una seductora mujer que se convertirá en su obsesión, y el príncipe aprenderá que el precio de la inmortalidad es demasiado alto para el ser humano y que el exceso de vanidad desafía a los designios divinos.
La narración del autora es inmersiva hasta dejar al lector sin aliento, siendo capaz de trasmitir la angustia de cada suspiro, el olor de cada estancia, el sabor de cada trago de agua antigua… Pauline Gedge logra atrapar al lector con un ritmo lento pero muy efectivo, en una red de emociones e intrigas de la que es muy difícil escapar, sobre todo al rebasar un tercio de la historia, todo ello a través de atmósferas estéticas y espirituales y una síntesis que no está al alcance de cualquier escritor.
La cerveza Sakara Gold es amable y suave. Aunque la cerveza fue la bebida más popular en el antiguo Egipto y estaba presente en todos los momentos importantes de la vida cotidiana de sus habitantes, hoy en día no es fácil degustar sus marcas autóctonas fuera de sus fronteras… Y dentro no todos lo hacen debido a la religión que profesan.
Esta cerveza egipcia de sabor europeo es ideal para beber muy fría. Es muy refrescante, no sólo por su suavidad en sabores, también por su baja graduación, lo que la hace a veces peligrosa si no se tiene cuidado… Es una lager que entra sola.
¡Y hasta aquí el maridaje literario de hoy!
¡LEED Y BEBED, MALDITOS! SIN LIBROS Y AROMAS, LA VIDA SERÍA UNA SUCESIÓN DE OSCURAS CAVERNAS SIN FINAL.